Ha
escrito Víctor Bravo una extraordinaria novela titulada ‘Dos vidas’, sobre Rafael Rangel y José Gregorio Hernández, y es
extraordinaria por varias razones.
Se
trata de una novela, y como tal, le da libertad a su autor para atraparnos
desde la primera página, en donde, por sus condiciones de avezado lector y
escritor, Víctor Bravo logra crear una atmósfera de gran tensión emocional, que
impide que uno deje de leer página tras página, quedando cautivo del texto, sin
poder soltar el libro. Utiliza las más decantadas pericias del arte literario,
en donde prevalece la sencillez estilística y las técnicas propias de esta
disciplina. Hace uso de varias habilidades, como por ejemplo, el mostrar la
vida de los dos personajes desde la reflexión de sus más cercanos allegados.
Usando
un lenguaje armónico, entrama la novela y la ancla permanentemente en su
contexto histórico, en donde ambas personalidades no pueden escapar a las
vicisitudes de su época y las penurias que abruman a quienes coexistieron en el
mismo tiempo y lugar, desarrollando una vida intensa y azarosa, dejando un
legado para el porvenir, que ha servido de fuente valorativa para dar forma a
los elementos más nobles de la venezolanidad. Gracias a hombres del talante de
Rafael Rangel y José Gregorio Hernández, elevados representantes de la
civilidad, se puede hacer contrapeso a la más grotesca barbarie que nos ha
acompañado como pueblo.
Pero
Víctor Bravo va mucho más allá de la descripción de un tiempo y un transitar
histórico que acompaña a ambas personalidades y entra en la vida de ellos para convertir
al texto en más que un libro ordinario y hace una obra acerca de las
contrariedades que caracterizan el alma de nuestra nación y sus actuales derivaciones.
La descripción del culto a los más extravagantes personalismos y la desmedida y
trágica presencia recurrente del caudillismo van de la mano con la existencia de
prohombres, casi como si uno como fuese necesidad de lo otro, haciendo énfasis
en que sin la presencia de estos admirables ciudadanos no existiría una
concepción de polis en nuestra accidentada nación.
Rafael
Rangel y José Gregorio Hernández son dos personas con gran complejidad
psicológica, que bordean peligrosamente el abismo de los desafueros de la
mente, en la cual Víctor Bravo logra penetrar como un arriesgado explorador,
adentrándose en su dimensión psíquica y la expone con claridad que da vértigo
por lo atinada y estéticamente bien descrita. Esa aparente dicotomía con la cual
se ha tratado tradicionalmente a ambos personajes, adquiere en la obra de Bravo
otra lectura, y es la de la complementariedad de ambas figuras, porque se basa
en la acertada premisa de que es casi imposible entender el uno sin estudiarlo
a la par del otro, en donde el misticismo y universalidad de José Gregorio
Hernández va de la mano con el pragmatismo y apego a lo terrenal de Rafael
Rangel, ampliando con creces en conjunto, sus alcances de hombres universales.
Pero
Bravo no es cualquier escritor. Es un erudito con gran sentido del humor, quien
realiza transgresiones y disrupciones personales en el libro, haciendo que la
tensión que caracteriza la novela sea distendida por la complicidad y el jolgorio
de quien la lee; y como si no fuese suficiente, en este contexto de
interrelaciones, es una obra profunda y particularmente conmovedora que
estremece el espíritu del lector e inevitablemente se convierte en acompañante
y cómplice de este hermoso libro.
Debió
ser arduo el trabajo de investigación por el que tuvo que pasar Víctor Bravo
para hacer esta novela, como debe ser gratificante el resultado obtenido, que a
mi juicio es un recordatorio acerca del país que hemos sido, el país que somos
y el país que podemos ser, en estos tiempos en donde de manera repetida aparece
la incertidumbre y la desesperanza que se apodera de tantos.
Es
una obra que sirve para recordarnos nuestro terrible origen y de cómo la
civilización y la barbarie se enfrentan una y otra vez en el curso del tiempo,
como un infinito péndulo en donde unos escenarios son incandescentes y en otros
la gélida oscuridad nos arropa. En Rangel y Hernández, a fin de cuentas, reposa
el eterno intento humano por enfrentarse y derrotar al mal.
Por
último, además de sentirme complacido por la existencia de escritores cultos y
de alcances universales como Bravo, estas líneas deben también recordarnos que
el Profesor Víctor Bravo es un magnífico representante del espíritu académico
venezolano por antonomasia, en particular de una de nuestras principales casas de
estudio como lo es la Universidad de Los Andes y solo en una institución como
la academia en la cual hace vida, se pueden producir y formar intelectuales de
tal carácter. En tiempos de caos y anomia es necesario recordar que existen
prohombres de gran juicio, que en una especie de contrabalanza hacen peso para
que las más denotadas formas del bien logren frenar o vencer a la ignorancia y
a la muerte.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela, el 05 de diciembre de 2016.
Como se llama el libro y donde se consigue? En Venezuela ahora es difícil!
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