Mi muy apreciado
amigo Franklin. Soy de los que celebra cada día la existencia de grandes
cantantes y compositores. De hecho, varios familiares son fans de Bob Dylan,
cuya música he escuchado durante décadas y no creo que sea cuestionable el
apreciar la calidad de la letra de sus canciones.
Sin embargo
y… “ahí está el detalle”, muchos creemos que decisiones como esta merecen un análisis que siempre va
más allá de los gustos personales. Las reacciones espasmódicas ante estos
hechos hacen que se caiga en posiciones dicotómicas (“a favor” versus “en
contra”) que empobrecen la comprensión de los fenómenos sociales.
Creo que
haces un gran favor a la causa de quienes metemos la nariz en todas partes, que
a través de tu blog propicies este tema que obviamente requerirá de más de un
debate o contraposición de ideas. Te enumeraré algunas cosas que creo deben ser
tomadas en cuenta ante el hecho de haberle dado el premio Nobel de literatura a
un cantautor:
1.
Desde hace mucho más de una década se apuesta por la muerte
del libro impreso. Prácticamente desde el inicio de la era digital, el libro
fue condenado y se esperaba que para la fecha ya fuese una reliquia propia de
los museos como podrían ser las máquinas de escribir Remington. Sin embargo,
contra todo pronóstico, el libro impreso está vivito y coleando, y las
editoriales venden más libros (independientemente del contenido) que en
cualquier otro tiempo. Entre otras razones, porque la sensualidad del libro y
su estructura tangible siguen produciendo una conexión con lo humano de lo cual
no creo que nos podamos distanciar.
2.
La “Academia” que otorga los premios nobeles en realidad no
tiene la categoría de lo que en el más puro sentido platónico entendemos como
“Academia”. Se trata de un cuerpo de influyentes e influenciables personalidades
que a través de sus decisiones, intenta la imposición de nuevas pautas de
comportamiento social, las cuales van de la mano con el consumo propio del
hombre masa. El nobel de literatura estaba en la mira desde hace rato porque al
modificar de manera radical las características del ganador de un premio que ha
logrado prestigio entre la gente común y corriente, se establecen nuevas pautas
de consumo. Más de un desprevenido ya ha ido a las librerías a buscar los
libros de Bob Dylan. Digo que estaba en la mira porque no es la primera vez que
un cantautor es nominado.
3.
Es inobjetable que se estimule el buen gusto en las letras de
las canciones, entre otras razones porque la música, en general, trasciende a
nivel popular más allá que la palabra escrita. Por eso celebro que hayan
cantantes como Juan Luis Guerra o Joan Manuel Serrat, a los cuales se les
premia por su talento en una gruesa multiplicidad de eventos. Sin embargo hay
que ser muy cauteloso (acucioso) con lo
que podemos denominar “el buen gusto”. Bien se pudo haber ganado el premio
Nobel de literatura Simón Díaz o Agustín Lara.
4.
Al ganarse el premio Nobel de literatura un cantautor, se
crea el precedente de que el próximo año se lo pueda ganar otro cantautor ¿por
qué no?, quedando por fuera de esta selección
tanto grande escritor. El día que Jorge Luis Borges murió, el lamento fue
multitudinario para quienes admiramos su obra y el grito de desolación fue el
mismo: “Con la muerte de Borges, el Premio Nobel de literatura fue el gran
perdedor”. Mientras Borges trasciende, tantos ganadores van cayendo en el más
absoluto anonimato.
5.
Lo que asomas como “barrera absurda entre lo popular y lo
culto” me parece muy oportuno en estos días recientes en los cuales muere el
cantautor mexicano Juan Gabriel. Desde mi abuela hasta mi descendencia lo han
venido escuchando y cantando, lo cual suma cuatro generaciones que adoran al “Divo de
Juárez”, quien se presentó en los más disímiles escenarios, incluyendo el 'Palacio de Bellas Artes' de Ciudad de México, quizá el santuario americano del arte
cultivado por lo más granado de las élites latinoamericanas. ¿Se merecía tanto o más el Nobel de
literatura Juan Gabriel que Bob Dylan?
6.
En realidad no está pasando nada tan disonante como creemos. Desde
que el mundo es mundo, siempre ha existido la tentativa desde los centros de
poder de establecer “un nuevo orden mundial”, que es la manera como se dice en
estos días. Desde la idea del pecado original, hasta la utópica creación del
“hombre nuevo” se preconiza y se actúa en función de crear nuevas formas de
pensar (lo llaman “nuevos paradigmas” en los días que corren). Este premio es
un nuevo intento por apostar a cambios en nuestras sociedades.
7.
Por último, admirado Franklin, en los setenta me vinculé con
gran animosidad con la obra del canadiense Marshall McLuhan, quien señalaba que
la sociedad estaba cambiando en el sentido de que se estaba cimentando un culto
por la imagen, el cual nunca antes se había dado de esta manera. La aparición
de la radio, el cine, pero marcadamente
la televisión, estaban modificando las costumbres de la humanidad y de
ahí surge la idea de la “Aldea Global” que hoy en día llaman “globalización”
a raíz de la revolución digital. McLuhan hacía un juego de palabras en donde
masaje y mensaje eran ubicados en el mismo plano. De alguna manera, se estaría
premiando la antiquísima tradición de los juglares y paradójicamente (y
no exagero) le estaríamos dando otra vez la bienvenida a una especie de nueva Edad
Media preliteraria. Para McLuhan, a través del mensaje éramos sometidos a un
masaje, o sea a la más ramplona manipulación, por lo que apelo a la atinada
frase de Yoani Sánchez de la cual tú eres un difusor: “Cuidado no te manipulen
tus palabras” y yo respondo: “¿Y no estarán manipulando ya tu silencio?”
En mi
columna de prensa en el diario El Universal de Venezuela y en mi blog seguiré
escribiendo sobre el tema.
Con mis
mejores votos, un fuerte abrazo.
Alirio
Pérez Lo Presti
@perezlopresti
No hay comentarios:
Publicar un comentario