domingo, 18 de enero de 2015

Charlie Hebdo



Como libertario y propenso a defender el pensamiento como bien lo llegó a cultivar mi admirado Bertrand Russell, no puedo sino ser solidario con quienes sacrifican sus vidas en nombre del ideal de libertad. Es por eso que me solidarizo con los intelectuales de Charlie Hebdo. Lo terrible es que el asunto se complica cada día que pasa, para infortunio de quienes consideramos que la libertad es el mayor bien al cual se puede aspirar. A fin de cuentas, para un artista nada puede ser sagrado. El arte es por antonomasia una forma de expresión en donde lo moral no tiene cabida. Lo artístico necesariamente es amoral.

La masacre ocurrida en París contra los caricaturistas del semanario Charlie Hebdo no sólo sigue sumando marcas que convierten a nuestro siglo en un tiempo complicado y difícil de comprender, sino que las consecuencias de lo ocurrido todavía están por verse. Este repudiable acontecimiento pareciera la continuación de una forma de violencia que bautizó el inicio de nuestra centuria con los ataques terroristas a las Torres Gemelas y pareciera que va a continuar.

Sobre lo acontecido apenas se pueden hacer algunos análisis y especular. El tiempo será el que nos muestre en su más cruda dimensión lo que a mi juicio es una nueva etapa de formas de violencia que han de marcar nuestro tiempo.

La intolerancia no debería tener cabida en el siglo que apenas arranca. El vacío de creencias de gran parte del conglomerado que no sólo padece condiciones atroces de pobreza sino que se alimenta con ideas fanáticas ha resurgido en Europa con consecuencias impredecibles. Si una fuerza surge, pareciera que una contrafuerza ha de hacerle frente. Ante al radicalismo islámico  están brotando formas de intolerancia que diseminan un caldo de cultivo que permite la concreción y fortalecimiento de fanatismos que habrán de enfrentarse inequívocamente. No porque yo lo diga, sino porque sencillamente está ocurriendo. La Europa desvencijada y decadente ha de enfrentarse a un fanatismo que apenas comienza y se muestra joven y fuerte. Lucha entre maneras de entender y visualizar la civilización amenaza con empoderarse del ánimo de grandes multitudes.

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