Hoy el teatro de ilusiones abrió una hora más
temprano. ¿Quién debería ser la persona o institución encargada de señalar lo
que está ocurriendo en la actualidad con la pandemia? Después de más de un año
del comienzo de esta calamidad, pareciera que se cometen las mismas conductas
erráticas que pudimos ver a comienzos del año 2020. Políticos con ostentaciones
mesiánicas, sin contemplación ni respeto por la inteligencia humana, hacen uso
de su poder para imponer lo que ellos consideran que deben ser las pautas para
enfrentar una desgracia que lejos de alejarse, se profundiza creando mayor
desolación y dolor. Si una persona sin conocimiento de causa es la que nos dice
cómo debemos actuar ante tal adversidad: ¿Cómo no van a cundir cualquier clase
de especulaciones y posiciones argumentativas que cuestionan si las cosas se
están haciendo o no de la mejor forma? ¿No sería mucho más transparente que
fuese la representación de la comunidad científica el portavoz de aquello que
nos inquieta sobre lo que estamos viviendo?
Pescadores en río revuelto
Como
a la par de la pandemia el mundo continúa dando vueltas, siguen actuando los
que no duermen pensando en las atrocidades que van a hacer. La pandemia ha
devenido en una continuidad que no se detiene, por lo que no es posible hablar
de una post pandemia. Lo que vemos es una dinámica indetenible que da paso a
otra y así sucesivamente. Los ejemplos de nuevos escenarios pueden llegar a ser
tan tangibles como lo que pasa en el mundo empresarial: Lo que se llama de
manera eufemística “teletrabajo”, ha terminado por abaratar costos de inversión
en personal en ciertos casos, aumentando la cantidad de desempleados en algunos
sectores de la economía. Por otra parte, no es posible una civilización sin la
presencia del músculo y la fuerza física. Para productores agropecuarios la
dura dinámica del trabajo no se detiene y el contacto con la tierra sigue a la
par de los giros que da la tierra alrededor del sol. La producción y venta de licor
se ha incrementado a la par de los repartidores de comida a domicilio, así como
quienes con sus manos elaboran aquello que nos llevamos a la boca para
alimentarnos. La pandemia también ha puesto en evidencia las infinitas brechas
entre la tecnología y los centros que la ocupan y el trabajo físico con su
sudor y de cómo no se puede prescindir de él. Mundos diferentes que corren
haciendo un paralelismo perfecto. En ese escenario de elementos antagónicos,
cada día aparece un vendedor de ideas más destornillado que el otro.
Hilando fino
Con
perfección de relojero, los asesores de las campañas políticas crean
estrategias que dejan con la boca abierta al más plantado. Las personan que
aspiran tener el poder de las sociedades contemporáneas se aferran a las
carencias propias de los tiempos que corren. No es raro que, en el afán de
hacerse del control de las sociedades, resurjan en el mismo saco de gatos las
luchas reivindicativas más disímiles, de manera que la defensa al medio
ambiente y la lucha a favor del aborto aparezcan como causas comunes. En el
tiempo de las redes sociales, videojuegos, superhéroes y villanos, se debe
cautivar a los más jóvenes para que persigan y muerdan la carnada. No es casual
ver políticos formados ideológicamente aparecer de manera infantilizada para
vender su discurso con adornamientos y ofrecimiento de prebendas de rigor para
las poblaciones de menor edad, que necesitan desesperadamente conseguir asidero
en alguna forma de liderazgo. Tal vez ser de Venezuela nos hace leer con mayor
facilidad el meta mensaje del discurso político contemporáneo, en donde un
grupo mayoritario de connacionales fuimos derrotados de manera generacional por
quienes hoy ostentan el poder en el país del norte de Sur América. La
compulsión a la interpretación de lo discursivo está permanentemente en nuestra
cabeza, desde esa esquina de migrante que sobrevive en la isla de
incertidumbres. Hoy me pongo a pensar que en el siglo pasado las cosas parecían
ocurrir con demasiada prisa. ¿Cómo imaginar que en este siglo íbamos a vivir a
la velocidad de la luz?
¿Adáptate y sobrevives?
Parte del proceso adaptativo es resistirse a aceptar los elementos propios del cambio. Se entiende que el cambio es parte de la vida, lo cual es asunto de interés para cualquier persona que trate de entender aquello que lo circunda, pero una cosa en tratar de entender lo que pasa y otra muy diferente compartir y estar de acuerdo con lo que ocurre. De ahí que una de las cosas que precisamente es propia de cualquier tiempo es que nos resistamos al esfuerzo que hacen algunos para doblarnos el brazo. Quien por querer adaptarse rompe con su sistema de creencias, buscando aceptación social, estaría rompiendo la bitácora de su existencia y terminará llevando su vida a pique. La caída libre y la autodestrucción van de la mano con atacar nuestro centro íntimo y su sistema de valores. Hoy el teatro de ilusiones cerró una hora más tarde.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 30 de marzo de 2021.